Los niños de la calle suelen estar abandonados a su suerte. Sin nadie que cuide de ellos, a menudo tienen que hacer trabajillos para conseguir la comida del día, mendigar o robar para poder comer. A veces pasan días enteros sin comer nada. Por la noche, estos pobres niños duermen a la intemperie, con frío y hambre. Los niños de la calle suelen ser discriminados y marginados en nuestras comunidades por personas que no se preocupan de conocer las razones de su actual condición; esta actitud los hace más vulnerables y disminuye considerablemente su autoestima.
Sin embargo, su situación nunca deja a nadie indiferente: nosotros mismos nos hemos sentido profundamente conmovidos… Así, el sábado 27 de enero de 2024, más de cuarenta niños sin hogar del barrio de Domayo, en la ciudad de Maroua, CAMERÚN, fueron agasajados con una comida decente en el « cruce de Djarma ». Fue un día sin igual para ellos: cada uno recibió una comida caliente, una botella de zumo de frutas y una bolsa de palomitas. Ellos mismos rezaron al Señor para que bendijera la comida y expresaron su alegría.
Hemos comprobado que es justo y bueno hacer cosas para que se sientan valorados, como ofrecerles una comida, ropa, apoyo fraterno o psicológico, etc. Estos pequeños gestos de consideración y amor, realizados de forma continuada, pueden darles un gusto renovado por la vida, e inspirarles el deseo de superar esta situación y convertirse en personas que, a su vez, se den por los demás.
Por eso, nosotros mismos, a la vez que rezamos por los que se encuentran en la desgracia, no dejamos de dar gracias por todos aquellos que, de cualquier manera, nos ayudan a dar, para que podamos volcarnos incansablemente hacia los necesitados.
Marcelline Itetshi, HES, comunidad de Galdima, Maroua-CAMERÚN. Publicado el 14 de febrero de 2024