En su despedida, Jesús reunió a sus discípulos y les encomendó una misión para preparar la última cena. Cada discípulo, conociendo a Jesús, lo escuchó atentamente y recibió sus últimas palabras, tal vez intuyendo que ya no estaría físicamente con ellos…
Así fue para cada uno de los que realizamos una misión en nuestra ciudad de Antofagasta, CHILE, al despedirnos de la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo. Y para todos los que hemos compartido con las Hermanas durante tantos años, que hemos sido acompañados y guiados, y que estuvimos presentes en esta última celebración. Nuestro arzobispo destacó la bondad y el trabajo de las hermanas que nos dejan… Todo había sido bien preparado para esta partida, y ningún detalle había sido dejado al azar, así como la dedicación, el sacrificio y el amor que las Hermanas nos han demostrado. Sabemos que ya no las tendremos físicamente, pero sus enseñanzas y entrega quedarán para siempre en nuestros corazones, como herencia y misión a respetar y cumplir en nuestro apostolado.
Fue un momento maravilloso de convivencia, donde la ayuda mutua y la amistad fueron evidentes: generosidad, amabilidad, dedicación, acogida incondicional y alegre. Nos quedan los buenos recuerdos, el legado y la misión… una tarea de amor por cumplir, con la certeza de que las Hermanas no nos abandonarán, porque seguirán velando y cuidando de todos nosotros, por siempre.
Fresia Ibacache Lara, asociada de Antofagasta- Chile. Publicado el 28 de junio de 2023