Los 4 días que pasé en Briouze, en la Comunidad de la rue des Joncherets –véase el artículo anterior: «Celebración festiva en Briouze»– me dieron la oportunidad de ser testigo de la vida cotidiana y también de compartir la oración con las 3 hermanas que se encuentran actualmente en la residencia Notre-Dame: Irène, Angèle y Bernadette; se reúnen todas las noches para cantar las Vísperas dirigidas por la Comunidad, en las que también participan algunos residentes laicos. Es un momento especial en el que reina un ambiente apacible y el apoyo fraternal aporta paz y alegría.
Cada semana, asisten a misa unos cuarenta residentes (de un total de 60) en un comedor que se ha transformado en capilla gracias a la participación activa y eficaz de un personal muy atento que vela por que todos los que lo desean puedan asistir.
Estos momentos de oración juntas me recuerdan estos pasajes de la Regla de Vida: «Cualquiera que sea nuestra situación, ya sea trabajando, jubiladas, enfermas, sufriendo o incluso fracasando, siempre podemos vivir nuestra misión de Hijas del Espíritu Santo» (nº 11). «El mismo Espíritu que nos reúne como Congregación es también el que nos envía… Siguiendo las huellas de Jesús, contribuimos, junto con otros, a crear condiciones que permitan a cada uno liberarse y vivir en relaciones más fraternas» (n° 10).
Gracias a todos estos observadores en la sombra.
Juliette Houdemond, HES. Publicado el 3 de mayo de 2024