En la ciudad de Maroua, capital de la región del Extremo Norte de Camerún, el número de niños que viven en la calle está aumentando considerablemente.
Las razones son varias. A las difíciles situaciones familiares -niños que huyen de la violencia y los malos tratos de sus padres, huérfanos desatendidos, discriminados o maltratados en familias ensambladas- se suma sobre todo la inseguridad provocada por la secta Boko-Haram en las zonas fronterizas con Nigeria, que provoca movimientos masivos de refugiados y desplazados hacia las ciudades y los campos de refugiados. También hay que señalar que la falta de una vida estable para los jóvenes (escuela, trabajo, comercio, etc.) les lleva, desde una edad temprana, a emigrar a las ciudades en busca de trabajo en sectores informales… Aquí es donde algunos merodean por las esquinas, otros son reclutados para diversos trabajos domésticos en los hogares, y otros mendigan en lugares públicos (mercados, tiendas, etc.). Es más, algunos de estos niños confían en personas que no conocen… Para muchos de ellos, sobrevivir significa someterse a trabajos forzados, abusos y explotación de todo tipo a cambio de un lugar donde dormir o algo que comer. La situación de estos niños no nos deja indiferentes: nos conmueve y nos empuja a implicarnos, a hacer algo, ¡por poco que sea! Nuestra Regla de Vida nos enseña y nos consuela ante lo que sentimos: «Cuanto más vivimos confiando en el Padre que sabe lo que necesitamos, más podemos unir nuestra vida al destino de los pobres y consentir en paz las muchas pobrezas que la vida nos depara». «El Espíritu puede hacer de nosotras mujeres humildes, desinteresadas y solidarias…». (RV. 21, 2 y 3)
Los miembros de la comunidad de las Hijas del Espíritu Santo de Galdima, en Maroua, con la ayuda financiera de nuestras hermanas de la comunidad de Plérin, en Francia, organizamos una pequeña fiesta con estos niños. El viernes 17 de enero de 2025 fue un día inolvidable para muchos de ellos. Nos habíamos centrado en los niños del cruce de Djarma para esta celebración, pero se corrió la voz y los de otras partes de la ciudad se unieron a nosotros en el lugar designado (el estadio Amadou AHIDJO), justo enfrente de nuestra comunidad: ¡50 niños en lugar de los 30 previstos! El programa incluía un partido de fútbol, baile y una comida como colofón de la jornada. Sabemos que no fue mucho, pero jugamos, reímos y bailamos. Todos estábamos muy contentos.
Queremos dar las gracias a nuestros benefactores y a nuestras hermanas, que nos han ayudado a hacer realidad este proyecto. Y contamos aún más con la generosidad de todos para hacer más por los necesitados de nuestra sociedad.
Hermana Marcelline ITESHI, comunidad de Galdima. Maroua. Publicado el 28 de enero de 2025