«Las primeras Hijas del Espíritu Santo querían vivir juntas para servir a los pobres, a los enfermos y a los niños. Reconocían en ellos la persona de Jesucristo y tenían un gran respeto por todos» Regla de Vida, art 1.
El 4 de septiembre de 2023, comencé mi primera misión en la comunidad de Koza -en el extremo norte de Camerún, en la diócesis de Maroua-Mokolo- y en el colegio católico Saint Joseph, donde enseño religión y EVA (Educación para la Vida y el Amor) en todas las clases. Además de estas clases, la administración me ha confiado la supervisión de las colegialas.
Nuestra comunidad está situada en una zona constantemente atacada por terroristas y acoge a personas desplazadas que, de un modo u otro, han quedado traumatizadas, por lo que organizamos diversas actividades, entre ellas charlas educativas para mí en el colegio.
La primera charla tuvo lugar el 22 de noviembre de 2023 sobre el tema «La psicología de los adolescentes y el buen comportamiento». Tras mi charla y la de un colega, hubo tiempo para el debate con los jóvenes. Es una oportunidad para ellos de plantear varias preguntas para liberar sus corazones: ¿cómo nos comportamos con alguien que ha matado a un miembro de nuestra familia? ¿Cómo sabemos que un ex terrorista se ha convertido y le perdonamos por lo que nos ha hecho? ¿Cuándo tendremos paz y seguridad en casa? ¿Es esta desgracia un castigo de Dios? La charla, prevista para dos horas, ¡duró más de tres! Al principio pudimos ver una expresión de desconfianza en los rostros de la gente, ¡pero al final pudimos ver un atisbo de confianza y esperanza! Dimos gracias a Dios.
Aunque dudaba de mi capacidad para estar a la altura de lo que se me pedía, acogí esta misión y esta responsabilidad con alegría, porque no sólo reflejan nuestro carisma de «Hijas del Espíritu Santo», sino que también me ayudan en mi autoformación psicológica, moral, humana y espiritual. Cada día, antes de ir al colegio, la oración personal y comunitaria y la Eucaristía me ayudan a darme cuenta de hasta qué punto nuestra vida es una escuela que nos invita a descubrir el amor de Dios y del prójimo en gestos sencillos y encuentros que «parecen sin importancia». En secundaria, experimento la disponibilidad, la capacidad de escucha y el respeto por la vida al enseñar y acompañar a los jóvenes que acuden a mí para confiarme su dolor y su sufrimiento.
Al final de este primer mandato, sigo conmovido por la apertura, la confianza y, a pesar de la inseguridad de su entorno, por la alegría de vivir que reflejan los rostros de los jóvenes… Mis oraciones por el retorno de la estabilidad a nuestra localidad, nuestro país y el mundo siguen subiendo al cielo cada día. Con la gracia de Dios, trato de ser más abierto y entregado a las personas vulnerables (familias, niños, viudas, ancianos, etc.), para prestarles un oído atento y fomentar así el orgullo de su dignidad humana.
Qu’el Espíritu Santo nos acompañe siempre en este camino de humilde servicio en el seguimiento de Cristo.
Sor Christine MAÏDOKLE,HES. Publicado el 1 de enero de 2024.