Hijas del Espíritu Santo de la Viceprovincia de Camerún, hemos celebrado nuestra Asamblea Anual del 25 al 27 de octubre de 2022. «Escuchar el grito de los pobres, el grito de la tierra y hacerlo nuestro en una Iglesia sinodal» fue el tema. ¡Fue un momento para compartir nuestras diferentes misiones comunitarias en la alegría de estar juntos al menos una vez al año! Este año, hemos tenido un «gran plus» con la presencia de nuestras hermanas del Generalato: Sor Ann ALMODOVAR, Superiora General y Sor Jeannine LEGERE, Consejera General. Tenerlos con nosotros durante este importante momento de revisión y puesta en marcha del nuevo año fue una verdadera alegría para cada uno de nosotros.
Por supuesto, como es habitual, comenzamos con una oración inicial y cada comunidad tuvo un tiempo para compartir con la asamblea su vida cotidiana: sus alegrías y sus penas, sus dificultades, sus esperanzas, las nuevas experiencias. Este momento nos permitió tener una visión general de nuestra vida en la Viceprovincia.
Sin embargo, para ayudarnos a identificar el tema del año, tuvimos la alegría de escuchar al padre Christophe IDRISSA, sacerdote de la diócesis de Maroua-Mokolo, convocado para la ocasión. Para situarnos, definió la sinodalidad como un proceso, un caminar juntos, con otros. Hablando del espíritu de la Sinodalidad en nuestra Regla de Vida, recordó que la propia vida religiosa es una sinodalidad porque es «circulatoria», es decir, cada uno tiene su turno en el servicio de la autoridad o en la responsabilidad. La docilidad de las Hijas del Espíritu Santo al Espíritu Santo es también una sinodalidad, pues se trata de escuchar juntos para sintonizar con el Espíritu. Se trata de una escucha tanto vertical como horizontal. Las palabras «Con los demás», «Vinculados a los que Dios ha asociado con nosotros», «las mujeres y los hombres de nuestro tiempo» son recurrentes en nuestra Regla de Vida y son la marca de la Sinodalidad, dice. Las Hijas del Espíritu Santo están asociadas a la misión de toda la Iglesia y tienen asociados laicos que intentan vivir su carisma con ellas. En cuanto al cuestionamiento del mundo, el padre Christophe se detuvo en el grito y la movilización que emanan de él y que no deben dejarnos indiferentes. La prioridad siempre ha sido el prójimo y la caridad. Sin embargo, la enseñanza y la doctrina de la Iglesia nos invitan no sólo a intervenir en la emergencia, sino también y sobre todo a hacer participar a las personas en su propia evolución y en la de la Iglesia. El clamor de los pobres nos remite a una dimensión divina; Dios dijo a Moisés: «He oído el clamor de mi pueblo; ve, te enviaré…». Escuchar el grito de los pobres significa también hacer nuestro su grito; y la sinodalidad significa hacer «nuestra» esta llamada: hacer y estar con los demás. Concluyó su discurso diciendo que la sinodalidad exige una conversión que, como sabemos, nunca es un hecho.
A continuación, cada sector presentó su manera de escuchar el grito de los pobres y el grito de la tierra con la ayuda de un PowerPoint. A través de las diapositivas se plantearon varias realidades de los distintos clamores como: prestar especial atención a la gestión de los residuos en nuestras comunidades y en nuestros lugares de misión; despojarnos de lo que nos sobra para compartir mejor con los demás; sensibilizar y colaborar con otros (sacerdotes, colaboradores, feligreses…); prestar especial atención a los niños abandonados en la calle; atender las necesidades imprevistas de algunas mujeres que llegan a un centro de salud sin su kit de parto…
Fuimos a los centros para profundizar en lo que habíamos escuchado y para sacar a relucir puntos importantes a tener en cuenta para el año. Tuvimos otro buen momento de intercambio sobre todos los ámbitos de nuestra vida como religiosos del FSE en misión con y para nuestros pueblos.
Para clausurar oficialmente nuestra asamblea, la hermana Angèle SILIKAM, viceprovincial de Camerún, nos dirigió dos palabras clave: «gracias y valor».